Wednesday, December 13, 2006

Revolución [incompleta]

¿POR QUÉ hablar de los entrenadores cuando se puede hablar del fútbol? El día en el que el talento se reúne sobre el terreno de juego, las más de las veces, se ve fútbol. El aficionado, el curioso, el padre que se acerca a ver al hijo, el borracho que lleva dos días sin dormir y que quema su traca final de fin de semana en el campo del Santo Tomás, son capaces de experimentar en esos momentos partículas elementales de fútbol, ese elemento químico que sólo se encuentra en estado puro en el planeta Tierra; entonces se descarga adrenalina, corren las cervezas, suenan los petardos y todos, hasta el sacrificado del once titular por llevar cuatro tarjetas, vuelven a casa con fútbol en las venas, exhaustos, sí, pero llenos de mallas, largueros, barro, pitidos y fueras de juego. Gracias Futre por hacer que el fútbol sea fútbol. Gracias por tu revolución.

Dicen de Garibaldi -el tipo que unificó Italia-, la mañana de su revolución, se quedó pegado a las sábanas y a poco llega tarde al evento que cambió la historia de la península Itálica. Gómez se levantó tarde la mañana del domingo. Despreocupado, mandó un mail y apostó un par de veces en betandwin antes de partir al campo de batalla. Fue el último en llegar al calentamiento y se dedicó a calentar haciendo el movimiento del que saca de banda. Quizá un irresponsable. Quizá un genio. Los llamados a la gloria tienen estas cosas.

La revolución de Futre empezó por sí mismo. Pa gritar desde más cerca. Es que desde el banquillo no os oigo bien insultarme, botarates. Se plantó -como el jueves- en medio del equipo y sacrificó una de las patas de este equipo. La de Felipe. Y cambió el ideario del toque corto del medinillense por el balón a las bandas. A la banda. No, esta vez no me refiero a la banda de desarrapados. Me refiero el balón a la banda de Jorge. Futre llamando a banda izquierda. Balón a Jorge. Probando, probando. ¿Jorge me oyes? Hasta 18 balones le llegaron al extremo. Hay una línea de polvo blanco flotando todavía en el campo de Santo Tomás. El otro extremo tuvo mucho en qué y en quién pensar. Pero como el invento funciona, “te alabamos señor”. En una de éstas, el balón se fue hacia Tone, quien controló, miró y cambió el balón de banda al segundo palo. Como todos los cracks cuando están con el santo de cara, se equivocó pero para bien. El balón se alojó manso en la Red, con un toque suave y preciso.

El Ebe iba tejiendo un buen partido. La otra banda comenzó a funcionar también. Pequeñas sociedades como Gómez y David iban haciendo más grande la tela de araña entorno al Duperier. En una de ésas, garibaldi agarró un balón del líder revolucionario, pinchó el balón y realizó una vaselina que se habría quedado en pase raso de no ser por la estatura del portero del Duperier. Dos a cero. Lo de las vaselinas en este equipo tiene su gracia.

Aún así, el pequeño héroe se iba fraguando a base de detalles. No se fabrica un francotirador de la noche a la mañana. El Tiburón le iba dando forma a su estilo, cogía confianza, y recordaba el regate fácil, de Enésimo (el del enésimo regate) que le dio tantas alegrías en su época de infantiles. Después de 15 años de historia futbolística, Gómez vislumbraba un hueco en eso del gol.

Mientras tanto, Jorge, con resaca de Futre ya a los 25 minutos, tuvo que pedir el cambio… de banda, más cerca del agua y de las cervezas de los Ultras. Parecía Míchel en el Madrid tomando decisiones tácticas por su cuenta. Pero era sólo un borracho de fin de semana más. La clase, eso sí, no hay quien se la niegue. Agarró otro balón de Futremon, disparó cuando no tenía que disparar, enganchó el rechace y puso el tres cero en el marcador. Un poquito de agua y a correr de nuevo.


[incompleta]
[este periodista necesita un sueldo; cómo está el periodismo en este país, madre!]

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

eres un crack....no mas palabras

3:32 AM  

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